Valeria, la guardiana del DUAM

Conoce cada rincón y cada movimiento del Espacio DUAM; es la primera persona que uno encuentra al llegar, y será quien levante la valla en la garita de acceso para permitir el ingreso. Si bien su trabajo es muy solitario, desde sus inicios está acompañada por “negrito”, un perro que apareció un día y allí se quedó. Valeria Calderón tiene 49 años, y desde hace 14 se desempeña en la recepción del centro de eventos y convenciones de Neuquén capital, sumando numerosas anécdotas y vistiendo orgullosa “la camiseta”, como uniforme y desde el corazón.

“Mi historia acá comienza el 10 de septiembre del 2010, cuando estaba en una empresa de seguridad y junto a una compañera nos traen a trabajar a Espacio DUAM, la idea era que hubiera mujeres en la atención al público”, cuenta. En ese momento aún no estaba la garita de acceso, pero al poco tiempo se sumó nueva infraestructura y ese espacio se convirtió en su oficina.

A los dos años de ingresar a esa tarea enviudó, quedando con su hijo de 12 años. “Fue muy difícil porque era complicado salir a atender a una persona teniendo que estar bien y esconder el duelo que estaba atravesando, y más con un hijo preadolescente al que tenía que dejar porque su mamá tenía que salir a trabajar. Pero siempre traté de poner mi mejor cara, de estar alegre, de tratar a las personas con respeto y compromiso”.  

Desde hace pocos meses, su trabajo le trajo una nueva satisfacción: su situación laboral cambió a mediados del 2024; ya que tras desempeñarse a lo largo del tiempo en dos empresas que cumplían funciones de seguridad en el predio, el año pasado le ofrecieron ser parte del equipo de Emprendimientos Culturales y Deportivos del Neuquén (ECyDENSE), que actualmente depende del ministerio de Desarrollo Humano, Gobiernos Locales y Mujeres.

El organismo organiza eventos y potencia iniciativas culturales y deportivas, administrando el Espacio DUAM, el Estadio Ruca Che y el Centro de Convenciones Domuyo. “Para mí fue algo soñado, lo quería; necesitaba el cambio, puse en la balanza el afecto con el lugar, con la gente que trabaja acá, la valoración que hicieron de mi trabajo. Hoy por hoy estoy vistiendo la camiseta de ECyDENSE y puedo representar a Espacio DUAM, Ruca Che, Domuyo; estoy muy contenta y agradezco mucho la oportunidad”.        

Su tarea no sólo consiste en atender a las personas que van a un evento, sino también en ayudar a quienes se acercan y consultan, por ejemplo, dónde está el aeropuerto o el hotel ubicados a pocos metros del lugar. “Todas las personas que vienen primero tienen que pasar por la recepción, yo soy la que salgo, atiendo, consulto, les tomo los datos; es toda una responsabilidad, no es sólo levantar la barrera. Si ya hay algo pautado estoy avisada y la persona puede ingresar”, explica.

Además, realiza recorridas por los distintos sectores, monitorea las cámaras de seguridad y conoce cada rincón del extenso predio, contando con información muy valiosa a lo largo del tiempo. Para ella el Espacio DUAM es su segunda casa, luego de su vivienda ubicada en el barrio Don Bosco. “Soy la primera en llegar”, asegura.

Satisfacciones

Valeria considera que “lo mejor de mi trabajo es estar comunicada con la gente; yo soy muy sociable, entonces capaz que vengo mal, triste por cuestiones personales, y llego acá y hablo con una persona y ya me olvidé de todo. El reencontrarme con la gente que viene a un evento, con los proveedores, el compartir, por ahí viene un móvil policial para hacer una recorrida y sale un mate, todo eso suma”.

Y enfatiza que “lo que tiene este lugar es que uno tiene que estar bien, si yo no estoy bien, no recibo bien a la gente y puedo tener una mala respuesta del otro lado. Ya lo comprobé durante el tiempo y por eso trato de estar siempre al 100, con mi cara, con mis gestos, con mi forma de hablar y siempre con respeto principalmente”.

También destaca el trabajo en equipo. “Yo no trabajo sola acá, por ejemplo, llega un camión, un proveedor, le consulto a un compañero, le pido a otro que abra el portón porque va a entrar por otro sector, es una comunicación permanente, se trabaja en equipo. Yo necesito de los demás para poder hacer bien mi tarea y el camino que he recorrido es de gran aprendizaje”.

En cuanto a las expectativas para este año, sostiene que son muchas. “En el 2024 estuvimos desbordados de eventos, creo que se disparó el Espacio DUAM, así que estuvo muy bueno. A nivel público, no solamente nos conoce Neuquén, todo el país habla de Espacio DUAM, de la Oil and Gas y creo que vamos a tener un 2025 con muchos eventos, seguramente más movido que el año pasado”.

Su fiel compañero

Su trabajo puede ser muchas veces solitario, en la garita, pero cuenta con un gran aliado. “Tengo a mi compañero, mi ´negrito´, él está quedando, hubo otros dos más que ya no están. Ya me acompaña poco a hacer las recorridas por el predio porque su cadera no está bien. Apareció un día acá, yo amo a los animales y pasó el tiempo y él sigue conmigo hasta cuando dé, ya tiene 14 años”, cuenta. 

A lo largo del tiempo, Valeria atesora muchas anécdotas que involucran el permanente contacto con la gente. “Personas que me piden que les cargue el teléfono, otros que creen que acá es el aeropuerto, turistas que están perdidos y que pienso que vienen a un evento y en realidad están buscando para tomar el tren, alguien que me pregunta si puede estacionar afuera por la sombra y en agradecimiento me regala un alfajor. Por eso insisto que esto no es solamente levantar la barrera y anotar un nombre y apellido”. 

Los tiempos de la pandemia

Un capítulo aparte en su desempeño laboral, como sucedió en muchas otras actividades, fue durante la pandemia por el Covid-19. El Espacio DUAM se convirtió en una Unidad de Cuidados Intensivos, donde se internaron pacientes que requerían cuidados mínimos, con el objetivo de garantizar las condiciones adecuadas de aislamiento.

Valeria recuerda que “fue difícil, pero nunca tuve miedo, porque siempre estoy muy confiada de mi trabajo. Lo mismo que hacía en los eventos, de recibir gente, en este caso recibía a los pacientes que quedaban internados y a los familiares”.

Agrega que “tuvimos mucha ayuda psicológica de parte de la empresa, porque venían personas contagiadas y las familias con la incertidumbre de saber de ellos. Y no nos olvidemos que estábamos tratando con un virus, más allá de las personas, y si le errábamos en algo, nos podíamos contagiar”.