Emplea Neuquén: “El trabajo me devolvió la vida”

La historia de Maximiliano Módica refleja la importancia de un Estado presente que no sólo acompaña a las personas a reinsertarse en el mundo laboral sino que articula con el sector privado para facilitar esa vinculación.

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Maximiliano Módica

Tras atravesar años marcados por la adversidad y la exclusión, Maximiliano Módica encontró en el empleo no solo un sustento, sino una forma de reconstruirse. Gracias al acompañamiento del programa Emplea Neuquén y la oportunidad brindada por la agencia Ford Sapac, hoy tiene trabajo, rutina, vínculos familiares recuperados y un horizonte en paz.

“La verdad es que estoy muy bien, contento. Es una oportunidad de trabajo y de vida”, dice Maxi con una sonrisa que no disimula la emoción.

Hoy trabaja en Ford Sapac, una reconocida concesionaria de la capital neuquina. Pero llegar hasta ahí fue un largo camino de caídas y decisiones difíciles. Durante años, transitó una etapa compleja marcada por malos hábitos, la pérdida de vínculos familiares y la soledad. Vivió en el refugio Cura Gabriel Brochero, donde comenzó un proceso profundo de transformación personal.

Maxi se formó gracias a Emplea Neuquén, el programa impulsado por el Gobierno de la Provincia, que lo capacitó y lo acompañó paso a paso. Aprendió a armar su currículum, a presentarse en entrevistas, a reconocerse como alguien valioso. Pero lo más importante, fue que nunca estuvo solo: cada semana, una llamada para saber cómo estaba le recordaba que había alguien del otro lado creyendo en él.

“Me brindaron herramientas, confianza y, sobre todo, me acompañaron. Una vez por semana o cada 15 días me llaman para saber cómo estoy. Ese seguimiento me da aliento. Sentir que alguien te sigue preguntando cómo estás después de seis meses, no es común”, destaca.

Con la capacitación completa y su currículum en mano, llegó la noticia que cambió su vida: una entrevista laboral en Ford Sapac. Pocos días después, fue convocado a ocupar un puesto en el área de lavado de vehículos. Y lo que comenzó como una simple oportunidad laboral, se convirtió en un punto de inflexión personal.

“Hoy tengo horarios, tengo una rutina, tengo compañeros que me saludan con respeto y afecto. Recuperé el vínculo con mi familia. Estoy cómodo, me siento alguien”. Maxi cuenta que, en su trabajo anterior, por decisiones propias y el entorno en el que se desenvolvía, fue cayendo en malos hábitos que lo alejaron de todo eso. Pero hoy siente que este nuevo trabajo lo salvó, le devolvió la estabilidad, la dignidad y las ganas de proyectar un futuro.

Maxi no solo volvió a tener ingresos estables, sino que pudo alquilar un lugar para vivir solo, comprarse una cama, una heladera y retomar hábitos que había dejado de lado: escuchar música, tomar un té por la noche, imaginar una vida más saludable. Incluso piensa en volver a entrenar boxeo, como hacía antes.

“Hoy puedo decir que soy responsable. Llego todos los días antes de las 8 de la mañana. Salgo a las seis. Estoy bien con mi jefe, con mis compañeros. Acá no sos un número, te escuchan, te tienen en cuenta. Me dieron la oportunidad de crecer, de meterme también en el taller, de aprender más. Eso no tiene precio.”

Ese sentimiento de pertenencia también se refleja en las palabras de su jefe, Andy, quien desde el primer día notó el compromiso de Maxi: “Fue muy positiva la incorporación de él. Tiene mucho compromiso. Es una persona que busca superarse constantemente. Desde que ingresó mostró interés por la parte del taller y el deseo de crecer. Vino con muchas ganas de enfocarse en lo que hace”, destacó.

El impacto del programa no solo transformó la vida de Maxi: también fue clave para su revinculación familiar y afectiva. Recuperó vínculos que había perdido, volvió a sentirse parte de un entorno que valora su esfuerzo y lo reconoce. Emplea Neuquén no solo le dio una oportunidad de trabajo, le devolvió la confianza y el sentido de pertenencia que también alcanzó a su núcleo familiar.

Maxi no olvida el pasado, pero lo toma como impulso para seguir. Por eso, también le habla a quienes hoy están donde él estuvo.

“A mí me dijeron que no tenía cura, que no iba a poder. Pero sí se puede. Solo hay que querer. El apoyo puede venir de muchos lados y hay que dejarse ayudar, pero el primer paso lo tiene que dar uno. Yo me caí muchas veces y un día me pegué fuerte. Y desde ese golpe, empecé a cambiar.”

La historia de Maxi es la de muchas personas que tocan fondo y logran salir, pero también es la prueba de que las segundas oportunidades existen cuando hay voluntad y acompañamiento real. Cuando alguien decide tender una mano en lugar de juzgar, hay historias que pueden escribirse de nuevo.

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