La llegada del hombre a la Luna, una hazaña que se impuso en los medios y la publicidad en 1969

En una época sin memes ni redes sociales, el relato sobre la misión Apolo XI fue abordado por la prensa escrita en un simulado tiempo real con cronologías y cuentas regresivas.

Internacionales19/07/2019
Apolo

La llegada del hombre a la Luna se convirtió en la hazaña que dominó la agenda de los medios en 1969 en todas sus secciones, donde los astronautas fueron llamados "héroes" y el contexto calificado como "la puerta de entrada a la conquista de otros mundos", un slogan que supo ser aprovechado por la publicidad.

Allí dominaron las desafiantes promesas en forma de grandes titulares: "Para fines de este siglo se exploraría el sistema solar", "La posibilidad de llegar a Marte parece cada vez más cercana", o la pregunta de si "¿hay vida inteligente fuera de la Tierra?".

"El completo reconocimiento del sistema solar a fines de este siglo es considerado ya como posible y se realizan estudios para adoptar una pauta de las exploraciones que lo llevarán a cabo", predice un artículo. 

También la emoción resultó dominante: "sorpresa", "asombro" y "júbilo" fueron los términos más usados para describir la "gran aventura espacial" en las páginas de los diarios, copadas por las fichas técnicas del cohete Saturno V con la cápsula Apolo XI, un conjunto de "3.100 toneladas de peso y 111 metros de largo".

"Los dientes pueden lavarse siempre que no se abra la boca durante el cepillado para que el dentífrico no quede flotando por la cabina", explicaba un artículo titulado "delicias siderales", que describía la alimentación mediante diversos comestibles secados al frío que debían ingerir los astronautas Buzz Aldrin, Neil Armstrong y Michael Collins.

También contaba que para lavarse, los astronautas usaban "toallas húmedas" y que "la ducha y la bañera quedarían para el regreso".

Así fueron retratados Aldrin, Armstrong y Collins desde su lado más profesional hasta el costado familiar, y calificados de forma unánime por toda la prensa de la época como "héroes" en el despegue, y como "embajadores de la Tierra" y "mártires del espacio" en su retorno triunfal.

Según los medios, eran siete los requerimientos mínimos que debían reunir quienes portaban ese rol, además de "coraje": tener menos de 40 años, una altura menor de 1.80 metros, condiciones físicas excelentes, título de licenciado o equivalente, título de piloto de prueba, un total de 1.500 horas de vuelo y calificación como piloto de jet. 

Más allá de las cuestiones técnicas abundaban las curiosidades sobre los protagonistas de la misión, como que en su biografía "Aldrin argumenta que sus problemas emocionales se agudizaron cuando se enteró de que no sería el primero sino el segundo en pisar la Luna".

Un espectáculo aparte fue el abordaje de la televisación del alunizaje, momento en el que "el mundo detuvo su pulso", según un titular. 

Los recuadros sobre ese hecho hablan de "una cifra impresionante", al informar la estimación de que "528 millones de personas en diversas partes del mundo vieron el lanzamiento del Apolo XI rumbo a la Luna, mediante satélites de telecomunicaciones".

Las publicidades también aprovecharon la terminología espacial para vender sus productos y servicios, como el licor "8 hermanos" que con una imagen de la Luna y la Tierra hacía "volar" sus botellas bajo el slogan "¡siempre en órbita!".

"El hombre puede ir a la Luna pero siempre vuelve a la tierra", fue el comienzo de una publicidad de Finsa, negocios inmobiliarios, en el suplemento especial del diario Clarín. 

Asimismo, una agencia de turismo llamada "Columbia" ofrecía excursiones a distintos lugares del país "hasta que llegue el momento de los viajes regulares a la Luna", según anunció en una publicidad publicada en la prensa el 24 de julio.

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