Una laguna correntina está al borde de desaparecer

Un estudio liderado por un investigador del Conicet alerta sobre esta situación y apunta a la urbanización y el mercado inmobiliario.

Regionales10/05/2025
guna soto

La laguna Soto, ubicada en las inmediaciones de la ciudad de Corrientes, es una de las más emblemáticas de la región. No solo por su valor cultural y recreativo para la comunidad, sino también por la función ambiental clave que cumple como regulador hídrico frente a eventos climáticos extremos. Sin embargo, un estudio reciente encabezado por el geógrafo e Investigador del Conicet Félix Ignacio Contreras advierte que una combinación de sequías prolongadas y una urbanización descontrolada está llevando a este humedal a una situación crítica.

“Luego de una sequía que se extendió durante cuatro años, en 2023 la laguna perdió alrededor del 40 por ciento de su superficie original”, explica Contreras a la Agencia de Noticias Científicas. “La causa principal fue la falta de precipitaciones y las altas temperaturas, que aumentaron significativamente la evaporación. En Corrientes suelen registrarse unos 1400 milímetros anuales de lluvia, pero entre 2020 y 2023 apenas alcanzamos los 1000, o incluso menos, lo que generó un déficit hídrico muy severo”, advierte.  

El investigador señala que el proceso de secado y colmatación (acumulación progresiva de sedimentos en el fondo de las lagunas) es natural, pero lo que llamó la atención del equipo fue la velocidad del deterioro. “La laguna Soto nunca había presentado niveles tan bajos de agua”, subraya.

Sequía, urbanización e incendios

Corrientes cuenta con una gran proporción de su territorio conformado por humedales. Su ecología social y ambiental estuvo históricamente adaptada al exceso de agua, no a su escasez. Sin embargo, los efectos del cambio climático y la intervención humana están alterando profundamente esta dinámica. Entre 2019 y 2023, el fenómeno climático conocido como La Niña (un proceso que enfría las aguas del océano Pacífico ecuatorial) afectó al noreste argentino con condiciones inusualmente secas, lo que provocó una drástica desaparición de lagunas sobre el paisaje de lomadas arenosas. Así, de unas 39 mil registradas solo quedaron activas apenas 5 mil.

Hasta 2019, la laguna Soto no mostraba signos de degradación. De hecho, entre 2015 y 2019, gracias a un episodio intenso de El Niño (fenómeno opuesto a La Niña: calienta las aguas), las precipitaciones superaron los 2 mil milímetros, y la cuenca se encontraba en plenitud. Sin embargo, para 2022 la situación cambió drásticamente: solo el 40 por ciento del espejo de agua permanecía activo, una clara señal de alerta.

El cambio climático implica mayores temperaturas y menos lluvias, algo novedoso para Corrientes. Esta situación hizo que se sumara una nueva preocupación para la población: los incendios. “Hasta hace poco, los incendios no eran un problema frecuente para nosotros”, indica Contreras. Aunque algunos focos pueden originarse de manera natural, el científico observa que en áreas periurbanas suelen coincidir con el avance de desarrollos inmobiliarios. “Después de grandes incendios, aparecen loteos, casas o clubes de campo. Hay una relación directa entre incendios y expansión urbana”, denuncia.

Urbanización al palo

El estudio señala que la urbanización acelerada sin planificación es uno de los principales factores detrás del deterioro de la laguna Soto. “Este proceso comenzó a observarse con claridad entre 2013 y 2015, cuando se multiplicaron los barrios privados y clubes de campo en la zona”, comenta Contreras. Y continúa: “La gente construyó casas, piletas y quinchos que utilizan para recreación. En 2012 había pocas viviendas; para 2017 ya era una zona con fuerte presión inmobiliaria”.

Esa presión se tradujo en alteraciones directas sobre el ecosistema: rellenos, construcciones cerca del borde lagunar, desagües improvisados y pérdida de vegetación natural. Todo esto agrava el proceso de colmatación y reduce la capacidad de la laguna para retener agua. Además, el negocio inmobiliario no tiene en cuenta que se trata de terrenos frágiles y con una especial predisposición a la absorción del agua. Esto da lugar a inundaciones catastróficas, que “se podrían haber evitado si al menos sabias que estabas construyendo arriba de un humedal”, señala el científico correntino.

Para que la historia no se repita

Perder una laguna no implica solo la desaparición de un paisaje. Significa también privar al ecosistema de una infraestructura natural clave para la mitigación de eventos extremos. En Corrientes, donde pueden caer cientos de milímetros de lluvia en pocas horas, los humedales funcionan como amortiguadores que previenen inundaciones. Además, la extinción de un humedal supone una destrucción de biodiversidad que, en un contexto de cambio climático, resulta fundamental.

“Uno de los objetivos de este estudio es concientizar sobre la creciente frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos, que se intensificarán con el calentamiento global”, remarca el investigador. En ese sentido, propone declarar a la laguna Soto como patrimonio natural provincial, para que el municipio cuente con mayores herramientas para su protección y preservación.

También enfatiza la necesidad de monitoreos sistemáticos (tanto de los procesos naturales de colmatación como de la intervención humana) y de una campaña de concientización para que los vecinos comprendan los riesgos asociados a la pérdida de humedales y aprendan a afrontar una situación extrema como una inundación sin perjudicar la sostenibilidad de la laguna.

Contreras es categórico: “Si no se actúa pronto, este humedal dejará de existir. Ya ocurrió con otras lagunas en Corrientes. Entre 1950 y 2022, el 10 por ciento del crecimiento urbano avanzó sobre antiguos cuerpos de agua. La Soto no es una más: es un emblema para los correntinos. Este trabajo busca generar un precedente para evitar repetir la historia.”

 Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

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